sábado, 19 de abril de 2008

Adiós a una heroina


Ayer nos abandonó una de esas personas imprescindibles de las que una vez habló Bertholt Brecht. Se apagó la llama libertaria de Rosario Sánchez Mora "la dinamitera".
La guerra civil transformó el destino de millones de personas. Este fue el caso de Rosario, una activista republicana que con 17 años se vio envuelta en la sinrazón de la Guerra Civil. En el Madrid de aquella época, ella fue arrastrada por el ambiente de indignación, excitación, miedo y aventura que se vivía en las calles y, junto con miles de jóvenes, se alistó como voluntaria para defender Madrid. En este conflicto perdió la mano derecha pero también se dejó en la lucha su juventud y su libertad; pero nunca perdió su dignidad. Hizo mítica la expresión "mi lucha mereció la pena".
Fue símbolo de la República y Miguel Hernández la inmortalizó con los siguientes versos:

ROSARIO, DINAMITERA

Rosario, dinamitera,
sobre tu mano bonita
celaba la dinamita
sus atributos de fiera.
Nadie al mirarla creyera
que había en su corazón
una desesperación,
de cristales, de metralla
ansiosa de una batalla,
sedienta de una explosión.

Era tu mano derecha,
capaz de fundir leones,
la flor de las municiones
y el anhelo de la mecha.
Rosario, buena cosecha,
alta como un campanario
sembrabas al adversario
de dinamita furiosa
y era tu mano una rosa
enfurecida, Rosario.

Buitrago ha sido testigo
de la condición de rayo
de las hazañas que callo
y de la mano que digo.
¡Bien conoció el enemigo
la mano de esta doncella,
que hoy no es mano porque de ella,
que ni un solo dedo agita,
se prendó la dinamita
y la convirtió en estrella!

Rosario, dinamitera,
puedes ser varón y eres
la nata de las mujeres,
la espuma de la trinchera.
Digna como una bandera
de triunfos y resplandores,
dinamiteros pastores,
vedla agitando su aliento
y dad las bombas al viento
del alma de los traidores.

Miguel Hernández, hacia 1937

No te olvidaré,
Patxeko

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