lunes, 28 de abril de 2008

A la 3ª fue la vencida


Este fin de semana he ido tres veces al cine, y como a San Pedro, a la 3ª me cantó el gallo. El viernes vi "Elegy" de Isabel Coixet y el sábado "21 Black Jack". Partiendo de que no tienen nada que ver en lo que a argumento se refiere tienen en común una falta de medida del tiempo por parte de sus realizadores. No me voy a extender mucho en ellas porque se me olvidarán pronto.
En cambio ayer me volví a ilusionar con el cine. Fui a ver "Al otro lado" de un interesantísmo director turco-aleman llamado Fatih Akin. Ya su anterior película "Contra la Pared" fue un punch directo a los cerebros más sensibles. Ahora vuelve a sorprender con un nuevo trabajo sensible y cargado de mensajes.
El director nació en Hamburgo, es hijo de turcos y se ha propuesto describir con aliento poderoso, aspereza, conocimiento, realismo y sentido trágico, el desgarro, la crisis y el desarraigo que aqueja a algunos y turbados hijos de la inmigración, gente en el límite que no acepta la ortodoxia que impone la tradición, que se desplaza en estado de vértigo de Alemania a Turquía, de sus raíces naturales a sus raíces heredadas, de lacerantes conflictos familiares a huidas desesperadas, buscando a ciegas su inencontrable lugar en el mundo.
Nos encontramos con un filme de vidas cruzadas (que no vidas encontradas como estamos acostumbrados a ver) con pequeños héroes diarios. Fatih Akin maneja con fluidez y sentido el espacio y el tiempo narrando paralelamente la búsqueda de refugio que emprenden seis personajes en naufragio, progenitores y vástagos condenados a no entenderse, a no reencontrarse, a rechazarse, a odiarse. En el arranque de esta tragedia hay un inmigrante jubilado, alcohólico, primitivo, aquejado de soledad y de melancolía, convencido de que acabará su desamparo si logra que una puta con carácter y estilo le acepte como único cliente. Está orgulloso de su hijo, profesor de universidad, un hijo de turcos que ha conseguido la proeza de descubrirle en perfecto idioma teutón las esencias de Goethe a sus alumnos alemanes. El sueño de haber triunfado en una tierra ajena e inhóspita se derrumbará, el exilio interior parecerá interminable en Alemania y en Turquía. La incomunicación y el enfrentamiento no será exclusividad de esta atormentada familia. También ocurrirá entre la gente que se ha mezclado inevitablemente en su drama, en las cárceles de Estambul y en la aparente estabilidad de una civilizada y liberal familia alemana. La tristeza, el fatalismo, la violencia, la confusión y el terror alcanzará a una heterodoxa galería de personajes con el signo común de estar a la deriva. Todo alcanza sentido final en manos de un director que tiene muy claro lo que quiere contar y el lenguaje para hacerlo, en un notable retratista de la fiebre mental y de la desolación.

A disfrutar mientras dure en cartelera (creo que será poco)
Patxeko

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