viernes, 9 de mayo de 2008

Desastre tras desastre

Ya comenté hace un par de días la tragedia humana que se ha producido en Myanmar (antigua Birmania) tras el paso del ciclón Nargis por su territorio. A este desastre se ha sumado la corrupción de la junta militar que dirige el país. Es tal el grado de putrefacción moral que sufre sus gobernantes que la ONU ha decidido retirar la ayuda internacional debido a las pocas garantías de que llegue a los damnificados.
En un comunicado oficial, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU ha acusado hoy a la Junta Militar de Myanmar de haberse apropiado de un cargamento de ayuda humanitaria para los afectados por el ciclón Nargis y ha anunciado la suspensión temporal de los vuelos. Con anterioridad, el PMA había expresado su frustración por las dificultades y lentitud con la que las autoridades birmanas tramitan las solicitudes de visados de entrada para su personal.
La Junta Militar birmana ha anunciado que el país quiere ayuda y material de emergencia pero no necesita a cooperantes extranjeros para asistir a al millón y medio de damnificados por el ciclón. Según un comunicado del Ministerio de Exteriores birmano, el Gobierno ha dado prioridad a la ayuda internacional pero prefiere que el reparto de la misma a las zonas afectadas se realice mediante sus propios ciudadanos y funcionarios oficiales. No nos engañemos, prefieren hacerlo así para no tener ojos internacionales y seguir exprimiendo un tragedia que supera ya los 20.000 muertos.
Lo peor de todo es que llueve sobre mojado. En los años 80, el dictador Manuel Antonio Noriega se benefició de la ayuda internacional tras un temporal que azotó Panamá, pero la comunidad internacional no lo denunció debido al apoyo en la sombra de EE.UU. Célebres fueron las palabras de un senador usamericano que dijo: "Noriega es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". Sólo cuando el dictador se unió a los carteles internacionales de la droga, el gobierno republicano de Reegan tomó cartas en el asunto e invadió el país para restablecer "el orden". Sólo nos queda desear que algo así sucede en Myanmar.
Quiero acabar con una mención especial a la activista pro derechos humanos y Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi que lucha por establecer la democracia y que la junta militar la matiene secuestrada en su casa desde 2003. Cambiar su condición sería un buen paso por parte de las autoridades internacionales.

Patxeko

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