jueves, 29 de mayo de 2008

Tufos Napolitanos

En agosto de 2006, Federico Jiménez Losantos sufrió un agudo ataque de sinceridad. Entrevistado cariñosamente (ya sé que este adjetivo chirría) por El Mundo le preguntaron qué le decían sus hijos después de escucharle en la radio. Cabe suponer que la pregunta se refería a los insultos y barbaridades que suelta cada mañana, porque su respuesta fue: «“Cuando alguno lo hace me dice: ¿Y no puedes decir eso mismo de otra manera?”. Yo le respondo: “Ya, e ibas a estudiar tú en una universidad americana si lo digo de otra manera”». Por fin nos dimos cuenta que personajillo ha hecho de su capa un sayo y aumenta su cuenta bancaria por insulto lanzado desde su púlpito.
Eso sí que es tener las “ideas claras” y no las del lema electoral del PP. Losantos puede haber sido en su juventud comunista y maoista y mutar con los años a un liberalismo neoconservador trufado con ramalazos genuinamente ultras. Pero lo que tiene meridianamente claro es el negocio. Hace ya tiempo que descubrió la altísima rentabilidad de sus monólogos matutinos y de sus tertulias incendiarias. Importa poco si al que conviene atizar es al rey, al fiscal general o a la madre de una víctima del 11-M. Menos importa aún si las homilías se basan en alguna verdad contrastable o en la simple inquina. A tal conclusión crematística llegaron también el cardenal Rouco Varela y otros altos miembros de la jerarquía eclesiástica: con Losantos la Cope les da algún disgusto, pero sobre todo da dinero.
Esa prioridad no es incompatible con el segundo interés del personaje y de su emporio: dictar al principal partido de la oposición la estrategia que debe seguir y los líderes idóneos para ejecutarla. Losantos nunca encontró grandes virtudes en Mariano Rajoy, alias maricomplejines, pero lo apoyó durante los cuatros años en los que el PP se plegó a sus intereses. Desde el 9 de marzo las cosas son distintas. Rajoy ya no le sirve y, con el visto bueno de Pedro Jota, no parará hasta devolverlo a su plaza de registrador de Santa Pola.
Losantos "el Santo" (como fue bautizado por El Intermedio bajo el amparo de Padre Gabino) se ha instalado en un limbo periodístico donde no se sabe si informa, sermonea o se olvida de que, a veces, se puede pensar sin abrir la boca. Tras el paso de sus palabras, deja un tufo napolitano (ciudad donde se encuentra Camorra y basura a cascoporro) cuyos pingües dividendos le reafirman en esa posición.
Que el padre Gabino nos pille confesados que si no repartirá unas buenas ostias.
Patxeko

1 comentario:

Anónimo dijo...

Comparto todo lo dicho pero añadiría algo:

Muchas personas que conozco, a la hora de comparar las distintas emisoras de radio, comentan que están todas posicionadas descaradamente. De acuerdo. Pasemos por eso. Unas se mojan más otras menos, pero están ahí y el grupo de telecomunicaciones que haya detrás es el que da la línea de trabajo. Hasta aquí bien.

Otra cosa que he oido es el hecho de que las dos emisoras con más oyentes y más enfrentadas son la Cadena Ser y la Cadena Cope. De acuerdo. Evidente. Sigamos.

Pero la última cosa que me dicen es que estas dos emisoras son las dos caras de una misma moneda. Una se dedica a dar discursos en favor del gobierno y en contra de la oposición y la otra emisora lo contrario. Ninguna mantiene la objetividad y escuchar una es tan pecaminoso como escuchar la otra.

En este momento pido parar y respondo que no. Sin ningún tipo de favoritismos para la Cadena Ser, no porque mis tendencias políticas sean afines, porque me caigan bien los presentadores o por lo que sea. No es lo mismo una que otra. Las dos están posicionadas, pierden la objetividad, montan debates donde nadie debate o rebate ninguna idea; pero las formas pierden a la Cadena Cope.

La calumnia, el insulto a diestro y siniestro, la mala educación no es consentible para expresar ninguna idea ni tendencia política. La libertad de expresión está muy bien, cada persona puede opinar como quiera de lo que quiera, pero lo que Federico hace por las mañanas supera con creces todo eso. Es entendible que tal o cual persona te parezca una sinvergüenza. E incluso que en tu programa lo digas y lo justifiques. Pero hacer bandera de la calumnia me resulta deleznable.

Pato

PD: Cuando el otro día leí que este hombre en el juicio había dicho que se le "descontextualizaba", sinceramenteme me entraron ganas de cagar.