El apartamento

Qué se puede decir de una película sobre la que todo está escrito. Esta tarde estaba de bajón por lo difícil que se está volviendo el final del curso. Necesitaba un clásico, pero ¡menudo clásico! EL APARTAMENTO de Billy Wilder.
Quizás sea uno de los mejores guiones llevados al mundo de los 35 mm. Nos encontramos con un pobre diablo (Jack Lemmon) que por bondad, falta de carácter y ambición supedita su vida a ser generoso con los demás. Pero el amor, ese misterio redentor, le cambia a mejor.
Wilder acierta en darle un tono agridulce a la historia porque es como la vida misma siempre con algo de sal y algo de pimienta. Sátira dulce, mordaz, triste, alegre, sentimental incluso. Hay un punto de empalago agradable en el tratamiento de los acontecimientos. En ocasiones, llego a cabrearme por la bondad de Buddy.
Las marrullerías y la doble moral de su jefe es el sentimiento que hemos tenido, en algún momento, todos cuando hemos asistido a cualquier injusticia en esta sociedad nuestra tan rocambolesca, hipócrita, falsa en la que Wilder, si ahora viviera, disfrutaría porque contiene en modo superlativo todos los ingredientes que él introdujo en su corpus narrativo y a los que elevó a muy altas cotas de clarividiente maestría.

En muchos momentos, me he sentido identificado con Buddy porque tengo una relación difícil con el NO. Debería aprender a administrarlo con cordura y sensatez. La apariencia me lleva a ser generoso en situaciones poco cómodas. A veces, me arrepiento de ser más amable con gente hasta cierto punto extraña, y ser algo avaro con los más cercanos. Debería hacer un giro copernicano en mi concepto de amabilidad.

Patxeko


P.D. Copérnico dijo una vez "viendo que no conseguía explicar los movimientos celestes si aceptaba que todo el ejército de estrellas giraba alrededor del espectador, probé sin o obtendría mejores resultados girandome y dejando las estrellas en reposo".